Barrio San Eugenio: entre el ferrocarril y el mall
El barrio San Eugenio forma parte del patrimonio cultural de Santiago, está enclavado en una zona que fusiona lo urbano y lo industrial. Comprende las calles Antofagasta, Exposición, la Plaza Melipilla y Puente del mismo nombre hasta San Alfonso y, desde allí, a Plaza Jorge Montt, pasando por Centenario y la línea del Ferrocarril.
Aparte del barrio y su gente, San Eugenio históricamente ha cobijado a fábricas y talleres. Entre ellos destaca la conocida Maestranza de San Eugenio que es uno de los recintos más antiguos del sector, al igual que la emblemática cancha de fútbol San Eugenio Nº 2 de la Federación Ferroviaria y la Compañía molinera San Cristóbal.
La Maestranza se encuentra allí desde el año 1900, explica a La Nación Segundo Valenzuela, vecino de toda la vida del sector y quien además recuerda la fábrica de sacos de la calle Ramón Subercaseaux con San Alfonso.
“Frente a la fábrica de sacos se encontraba la Central de Leche, que abarcaba la manzana ubicada en Sepúlveda Leyton con San Alfonso, Gaspar de la Barrera y Conferencia”, agrega.
En aquella época, la leche llegaba del sur en vagones del ferrocarril que ingresaban hasta la central lechera. Luego el producto era embotellado en envases de vidrio para ser repartido a gran parte de la ciudad en camiones o carros tirados por caballos.
“Era una época bonita. Aquí a pesar de ser un barrio industrial siempre fue un lugar tranquilo, tal como se aprecia ahora”, sostiene Valenzuela parado en plena esquina de Exposición y Ramón Subercaseaux.
Herminda Toro es otra vecina del sector que al igual que Segundo Valenzuela extraña su niñez y adolescencia en los años cincuenta. “San Eugenio poseía muchos terrenos baldíos, que eran los potreros donde nos juntábamos a jugar al pillarse, a la escondida y los hombres a la pelota (con la de trapo). Había acequias llenas de aguas que corrían por los campos y que atravesaban de norte a sur para depositar sus aguas en el famoso Zanjón de la Aguada. Muchos hacíamos de ese lugar nuestras vacaciones de verano. En invierno lo atravesábamos para ir a clases a la Escuela Joaquín Prieto, que después se llamó Escuela Brasil”, recuerda la mujer.
Según los vecinos desde esa escuela se podía ver la Penitenciaría, que poseía en el frontis una placa que decía “Fundada en el año 1841”. Era una escuela mixta. Hoy todavía existen esos edificios, que los habitantes del sector llamaban “La Universidad Brasil”.
Tanto Valenzuela como Toro, recuerdan con nostalgia sus años de antaño en el barrio. El progreso ha hecho lo suyo -dicen-, pero aún así el sector mantiene esa esencia tan de pueblo.
La sola existencia de una línea ferroviaria al costado de la calle hace evocar los tranquilos años cincuenta o sesenta.
La caminata por Exposición desde Ramón Subercaseaux hacia el norte, da cuenta del paso de los años con hermosas casas antiguas que se transforman en fábricas y que al llegar a la Alameda nos pone cara a cara con el siglo XXI, entre malls, estaciones de Metro y los actuales paraderos del Transantiago
http://www.lanacion.cl/prontus_noticias_v2/site/artic/20090329/pags/20090329202018.html
representativo911@gmail.com